El silencio perdido

martes, 28 de abril de 2015


Otra de las consecuencias de la maternidad es que desaparece el silencio y el sosiego de tu vida, o por lo menos de la mía ha desaparecido.

Me refiero a esos silencios recuperadores de paz y harmonía tan necesarios para el ser humano, o por lo menos para mi.

Es una de las muchas cosas que extraño, pero últimamente es la que más extraño quizás sea porque llevo unos meses duros de trabajo.

Llegar de trabajar, un duro día de seguimiento pesado, de prisas, de ruidos, de velocidad, de temeridad, de sorpresas, de correr... llegar a casa, respirar, tomar una copa de vino mientras me preparo una bañera caliente, buena música, ropa cómoda, improvisar cualquier cosa de cena y a la cama.

Cualquier coincidencia con mi día a día desde que soy madre es pura utopía ahora mismo.

Llegar de trabajar, aparcar el coche o la moto, pequeño suspiro en el ascensor, abrir la puerta de casa y todo menos silencio y paz. Si que es verdad que admirar esa carita de alegría que viene corriendo a abrazarme llena y mucho....

Porque aquella copa de vino en la tranquilidad se ha convertido en ni poder dejar el bolso, sacarme el abrigo que la peque y la mayor, cuando está, se lanzan a contarme sus cosas del día a día y ansiosa la pequeña siempre pregunta ¿Mami, que hay de cena? .

Es tener la "habilidad" de madre de pactar unos minutos para poder ducharme, ponerme cómoda y preparar la cena.

¿Y ese momento baño?.... zas... esfumado.... una ducha pum pam con suerte si me deja, porque en muchas ocasiones aún no he metido el dedo gordo en la ducha que ya entra a hacerme compañía.

Y es que ser madre es RENUNCIAR a muchas cosas, una RENUNCIA VOLUNTARIA de cosas como del SILENCIO; una renuncia obligada de cosas que jamás te hubieses imaginado y que por supuesto nadie me contó.

Pero también te diré que RENUNCIAS a MUCHO peroro contra GANAS EN MUCHO MAS, ganas momentos que nunca olvidarás, ganas besos (que por supuesto son libres), ganas cariño y amor a raudales, ganas sonrisas, creces como persona y aprendes a amar incondicionalmente, sin límite y aprendes la verdadera esencia de la maternidad.

Respecto a ese silencio que os digo, pues como con el buen sexo.... a pagar para disfrutar de silencios bien merecidos y cargar pilas para más.

He dicho, digo y diré.

Mamadedos




6 comentarios:

  1. Hoy no estoy muy habladora a la hora de comentar, pero hija, tienes cada post que da para aplaudir hasta con las orejas, y deja el gustillo ese de la reflexión que tanto me gusta.

    besos especiales.

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    1. jajajaja a saber que te pasa..... gracias bonita mía.... me encanta hacer reflexionar.

      te quiero

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  2. Hola!!! Me estoy haciendo un tour por tu blog,jejeje.
    Lo de los baños, ayyyy cuánto tardé yo en poder bañarme, y las primeras veces estaba como a la expectativa, esperando que abriesen la puerta o algo,jajajaja.
    Un besito y tienes razón, renunciamos pero ganamos mucho más.

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    1. Que ilusión estés de tour por aquí.... espero disfrutes y te quedes.

      Un beso

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  3. el silencio...¿qué es eso? yo lo añoro pero lo temo, que con la edad de mis hijas el silencio no puede significar nada bueno.
    Lo que si añoro son 5 minutos de poder sentarme sin que nadie me pida nada (5 minutos he tampoco pido un fin de semana entero) o eso de que al llegar no hagas 20 cosas antes de llegar del todo. El padre de las criaturas no se como lo hace. Llega, las saluda y les dice "un momento déjenme llegar" y listo...deja la chaqueta, se cambia de ropa, se toma un vaso de algo...y llega 15 minutos después. Yo llego, se me tiran encima, una necesita ayuda con algo, la otra que la acompañe a lo otro, las dos que me tienen que decir nose que y...15 minutos después que he llegado (y seguro o llegaba deshidratada o necesitando pasar por el baño) sigo con el bolso colgando y todo lo que llevaba encima al llegar. no se como lo hacen...

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  4. Yo ya no recuerdo si el silencio existió alguna vez en mi vida. supongo que sí, porque antes éramos gente tranquila y reposada, pero desde que nació mi bichilla ¡me he hecho una experta en crearme un vacío en medio del jaleo que ella promueve! A mi ducha vamos los 3: mi bichilla, su tablet con Pocoyó y yo. Ella y Pocoyó no dejan de darme charla durante toda la actividad. Al váter vamos las 2: mi bichilla, que trata de cogerme la escobilla a traición o empantanarme el suelo con el grifo del bidet, y yo, que no sé si preocuparme más por evitar sus trastadas o por quedarme sentadita en la taza para no ser yo la que riegue el suelo. En fin, que dicen que cuando crecen estas cosas se echan de menos. Pero una mijita de intimidad silenciosa ¡ay, cuánto la echo de menos!

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