Chic@s y mis niños.....que haberlos "haylos" y aunque no quede bien decirlo, son mi ojito derecho... unos mimados, porque son pocos, que no cobardes...
Y es que no me he podido aguantar, ya lo sabéis, a veces a mamadedos le pasa este extraño fenómeno con el cual mi madre se pone de los nervios y me suelta eso de "con la de pasta que nos ha costado tu educación hija", bueno, bien mirado no dice pasta...; pero no lo puedo remediar.
Recordaréis que hace un tiempo os hablé de Grey, en aquel.... "Las sombras me persiguen" que podéis recordar aquí .... y si os da palo el recordar o el leer os resumiré que lo puse a parir, a él y a la trilogía, al autor y a todas esas mujeres desesperadas que abandonaron a sus maridos para buscar a su Grey.... y a los periodistas que tuvieron la desfachatez de Equiparar la novela como Mantra porno para madres cuarentonas o lo que es peor, cada noche miles y miles de mujeres se acuestan mentalmente con el bollicao de Grey y no con sus hombres... (feo de narices francamente).
Pues recordado esto y como estamos en el momento del yo me reinvento y pruebo suerte .... una chica lista, la cual al parecer tuvo que leerse el libro por obligación para poder hacer una reseña al respecto, vió el filón (llámala tonta) y se dijo..... pues va a ser que yo escribo Las cincuenta sombras de Gregorio, y va y se lo publica Planeta.... un bingo en toda regla.
En definitiva un alegato (bueno, mediocre o malo, según se mire que para gustos un ramo entero) al marido tradicional y la cotidianeidad de las relaciones de pareja.
Cincuenta sombras de Gregorio, la 'cara B' de Cincuenta Sombras de Grey (CSDG), ha llegado a las estanterías españolas este mes de febrero y su autora, Rossella Calabrò (guionista y escritora humorística), promete aliviar las altas expectativas que ha generado el multimillonario Christian Grey sobre sus ávidas lectoras, aportando una bofetada (cómica) de realidad al asunto.
Ni que decir tiene que triunfan las historias donde las mujeres terminan conociendo a su príncipe azul, ese que ya en varias ocasiones os he recordado que se destiñe con el tiempo.
Ese hombre romántico, que no es el caso de Gregorio que las salva de una situación en apuros y que les hace sentirse la mujer más afortunada del mundo.
Son hombres que no duermen porque pasan la noche admirando que no mirando a su amada y que curiosamente después no tienen sueño.
Hombres con ciertas habilidades musicales y encima pa rematarlo son guapos, requeteguapos, musculosos, de los de tableta de chocolate y anuncio de cola ligth y cuentan con una cabellera de ensueño.
Personalmente, pensando un poco, yo no pero vosotras ¿Querríais a este hombre en vuestra vida? Un tipo celoso que controla hasta nuestra alimentación, la ropa que nos ponemos e incluso nuestra depilación. Alguien capaz de comprar la empresa en que trabajamos para deshacerse de un jefe un poco baboso o capaz de interceptar nuestra intimidad sin el menor escrúpulo. Al final y al cabo la relación que Anastacia y Grey mantienen en la vida real sería insoportable.
Así nace la antítesis a los protas de las novelas de éxito, la figura del Greogorio, (el que sustituye al Rodíguez de toda la vida y que tengo claro se hará famoso al son de ya) un hombre hipocondríaco e infantil, capaz de dormitar sin contemplaciones tras un enfado con su mujer (Lola), a la que no admira cuando duerme porque cuando Lola se acuesta él ya ronca; que destila torpeza en el sexo o las tareas domésticas. “Gregorio es, en mil maneras distintas, nuestro hombre. El que está en la cama sin soltar el mando a distancia, el que sólo lee las revistas de motos, el que ronca, el que olvida nuestro cumpleaños, el aniversario de boda y cualquier fecha que tú no olvidas y llevas tatuada en el corazón, el que se deja la piel de la cebolla al cocinar en el fregadero y no en la basura; el que fríe un huevo y parece que la cocina sea un mar de aceite, el que no baja la tapadera del WC, el que no cierra el tapón de la pasta de dientes.............. ¿sigo? Va a ser que no.
En definitiva, si a Grey nos lo vendían como un Adonis, a éste nos lo venden como el hombre que duerme a tu lado... y que quieres que te diga, (odio que me vendan nada) esto lo decidiré yo cuando lo lea ¿no? o ¿has tenido el placer de dormir con mi pepe?; el hombre que ronca en la cama ( el mío no ronca, respira fuerte, jajajaja) , se pasea por casa enfundado en una camiseta vieja y es un negado para detectar nuestras preocupaciones (ahí ya... en lo de la empatía la has "clavao" que todos son iguales) y un negado para satisfacer nuestros deseos más íntimos (desde luego si sueñas con lo que hace Grey, Gregorio na de na).
Gregorio, dicen, es nuestro compañero-marido-amante, el alegre hombre corriente, plagado de defectos con el que nos encontramos cara a cara cuando dejamos de soñar con Grey (si sueñas con él, que va a ser que yo no, ya lo dije hace unos días.... a mi nena me lo llama Bosé, punto pelota, y según que posturita como que tampoco, que ya tengo una edad y me puedo descalabrar). Imperfecto hasta decir basta, mirado así.....casi lo prefiero imperfecto porque yo soy perfectamente imperfecta y encima orgullosa de ello, pero él tiene algo que nunca tendrá Grey: nos hace reír, nos divierte. Dicen que es el troglodita moderno e incluso autista a ratos y que con el paso de los años su pasión desenfrenada y versatilidad amatoria le han sido arrebatadas.
Casi que os dejo un relato, para que podáis experimentar en propias carnes la risa que da el tal Gregorio....
—Gregorio, cariño, ¿te apetece hacer esta noche algo un poco distinto de lo habitual? —propone maliciosa Lola, que acaba de leer las cosas deliciosamente tremendas que Mr. Grey le hace a su chica.
—Ajá. ¿Como qué?
—Pues como que me haces algo que me asuste un poco.
—¿Por qué? ¿Tienes hipo? Espera: ¡buh! Ya está. ¿Se te ha pasado?
—Pero ¿estás de broma o simplemente es que eres tonto? A ver si lo entiendo.
—¿Eh?
—Muy bien. Como si no hubiera dicho nada. Y sin embargo, de un modo u otro, se ponen a practicar sexo extremo y el ambiente se calienta bastante.
—¡Ay! —aúlla Lola de pronto.
—Mmm, te gusta, ¿eh? —gruñe Gregorio.
—Quita. El. Codo. De. Mi. Pelo —grita furiosa Lola, que se está dejando el cuero cabelludo por culpa del brazo de Gregorio, torpemente apoyado sobre el colchón y sobre sus largos cabellos, que ella a propósito ha abandonado y esparcido con sensualidad sobre la cama. Algunos minutos después, superado el impasse, Gregorio susurra con voz ronca:
—¿Ahora te ato las manos?
Lola se estremece de pies a cabeza mientras se imagina la escena a lo Grey: Gregorio coge su corbata de seda gris (la de la boda) y agarra con fuerza la tela con sus masculinos dedos, gimiendo como un dromedario. Después, ata con delicadeza, pero con un resabio de crueldad, las muñecas lolescas.
—Uhhh— suspira Lola, cachonda.
—Ahhh— contrasuspira Gregorio, hecho un auténtico jabalí.
Ahora, los dedos de Lola tratan de tocar la seda que la tiene presa para gozar de la sensual caricia de la tela en las yemas de los dedos. Pero dichas yemas encuentran un par de pequeños elásticos de goma. “¿Qué? —se pregunta Lola—. Al tacto me recuerdan los elásticos de los calcetines raídos de Gregorio. Noooo, no me digas que ese imbécil me ha atado con uno de sus jodidísimos calcetines…”.
—Bueno, Lola, es que la corbata luego se estropea, venga… Mr. Grey habría usado la corbata, Mr. Grey no habría apoyado con torpeza el codo sobre los cabellos de su amada, Mr. Grey habría comprendido al vuelo que los cachetes eran para añadirle morbo al asunto y no para quitarle el hipo a su amada.
Pero con Mr. Grey Lola no se habría reído hasta las lágrimas como se ha reído con Gregorio.
—Gregorio, me has hecho llorar —dice Lola, sorbiendo los mocos.
—El sadonaso es mi oficio, muñeca.