Libros para trabajar la frustración

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Si hay una de las emociones que personalmente como madre me ha costado, me cuesta y me costará trabajar con Gabi es la frustración.

Un sentimiento que conlleva sensaciones de desilusión, tristeza, decepción, desesperación e incluso enfado y rabia, que aparece ante la imposibilidad de lograr un deseo o necesidad. Es un tipo de respuesta emocional que surge como resultado de un conflicto psicológico fruto de una decepción que no se ha gestionado bien.

Tolerar la frustración significa que somos capaces de afrontar los problemas... por lo que es ACTITUD.

Siempre he dicho, digo y diré que los cuentos, historias, leyendas, cortos y películas me ayudan un montón para trabajar las emociones y otros aspectos complicados de la vida en general. Creo que es unos de los mejores recursos para trabajar con los peques y poder captar su atención durante más tiempo y sin que ellos se den cuenta de que estamos trabajando.

Así que hoy unos cuentos para aprender a tolerar esa frustración.



El león que no sabía escribir

El león no sabe escribir, pero eso no le importa, ya que puede rugir y enseñar sus colmillos y no necesita más. Pero un día conoce a una leona muy guapa leyendo un libro. A una dama así no se le puede besar sin más. Hay que escribirle una carta de amor. Así, pues, el león va pidiendo que escriban por él al mono, al hipopótamo, al escarabajo pelotero, al buitre…

Pero el resultado no es lo que él espera. Pierde la paciencia y ruge en la selva cómo escribiría él si supiera hacerlo.


La vieja en la Botella
Una bruja pelirroja, harta de las quejas de su vecina, decide un día lanzarle un terrible conjuro y encerrarla en una botella:

Tris-trás, ya no quiero verte más.

Tris-trás, te irás y no volverás.

Por suerte, un hada del bosque libera a la vieja de su encierro y cumple su deseo: vivir en una casita con huerta, vacas y gallinas; pero pronto la desagradecida mujer no estará contenta y aspirará a una vida mejor.

La vieja en la botella trata de cómo los deseos pueden ser un acicate para cambiar y progresar; pero también nos interpela sobre la manera de gestionarlos y alerta de las consecuencias de la insatisfacción ante lo material y de la ambición desmesurada.

Con frecuencia, queremos algo más y nos sentimos incapaces de valorar lo que tenemos en el momento presente. Por esta incapacidad, la vieja disfruta brevemente de los sueños cumplidos y cae de nuevo en la frustración y en la queja. No importa cuantos deseos se le concedan: ella es incapaz de disfrutarlos. Al final, quedará atrapada en uno de ellos.

Mamadedos




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