Hoy va a ser una entrada diferente, porque por un lado escribo yo y por el otro retomo una historia de mi amiga y compañera Marta Raquel, del blog Como veo la vida, la mía que sin lugar a dudas no tiene desperdicio.
¿Porqué?, porque todas y cada una de nosotras en algún momento nos hemos sentido "Azules" y a veces la solución no es por pasar a ser "Violeta", sino superarse y encontrar la manera de salir de ese pozo.... ella creó un blog, porque le gustaba escribir.....
Al igual que yo, pero con circunstancias diferentes, que decidí ponerme a escribir, y que me divierte y me sirve de terapia.
Espero que os guste tanto como a mí.
Blue
Blue
El año antes de quedar embarazada de Ian, repudie muchas veces el término depresión. Era simple, estaba demasiado ocupada trabajando, estudiando y “bregando” con lo mejor para Jancito, por lo que no tenía tiempo para deprimirme.
El año que quede embarazada de Ian, a pesar de haber pasado por 2 amenazas de aborto, tampoco tenía tiempo de deprimirme, seguía demasiado ocupada, cargando una barriga, trabajando todo el día y preparándome para el comprensivo de mi maestría.
El año que nació Ian, llore muchísimo, pero no me deprimí. Continuaba demasiado ocupada leyendo y educándome sobre lo nuevo que llegaba a mi vida, buscando apoyo y preparándome para una cirugía.
El año que le siguió, seguí demasiado ocupada trabajando y educando a otros para ser buenos maestros, Ian me había dado una tregua, todo parecía estar normal.
Y llegó este año, y fue como un acumulo de peso en el sistema, y por razones relacionadas a la ambigüedad de las personas, ya no tenía mucho trabajo, el ocio se apoderó de mi vida; y me deprimí.
No solo me deprimí, sino que tenía esta sensación de sentirme en extremo azul.
Sentirse azul es entrar en el mundo de la pena, del dolor, es sentir que una mano grande te aprieta el corazón, es andar a la par de la melancolía, es cruzar esa línea fina entre la tristeza y ese sentimiento de que nada tiene sentido.
No importa si hay un mundo de cosas a tu alrededor que te ayuden a superar, a salir, a ver que hay porque luchar, solo se quiere llorar. Cuando me deprimí, permití que la estupidez humana y la anorexia se apoderaran de mí.
En varios meses de 180 libras llegue a 155, no podía probar bocado, se me cerraba la garganta y solo quería llorar. Un fuerte dolor en las coyunturas me alarmó, salí corriendo a la oficina de la doctora. De solo verme la cara, fue al punto, me dijo: “tú estás deprimida y tienes que medicarte”. Mientras hablaba sobre lo mejor para mí en términos médicos y casi me convencía de entregarle mi vida a un antidepresivo, tuvo la delicadeza de explicarme el único efecto secundario del medicamento, y así como si estuviera pelando un guineo, la muy “jocosa” me dijo: “Tómatelas y ya verás como mejoras, el único efecto secundario es que no tendrás orgasmos”.
O sea yo quería dejar de sentirme azul y con semejante alivio iba a terminar violeta.
En aquel momento contaba con dos personas que me dijeron que si me lo proponía, podía salir de mi depresión y que mejor forma que haciendo lo que más me gustaba; escribir.
Una de esas personas, me hizo ver que era normal deprimirse, mas no era saludable quedarse ahí, estancado, ahogado, en el fondo. En el vaivén de mi auto terapia para salir de la depresión, muchas veces toque fondo, y subí a la superficie.
Tuve incluso momentos donde sentía que estaba casi a flote y una corriente me arrastraba a lo profundo. Momentos donde las musas jugaban conmigo, y cuando mas apetito sentía, llegaba la anorexia y cerraba mi garganta.
Pero, poco a poco volví a ser yo. No puedo dar por sentado que a veces tengo mis momentos, donde me canso de ser fuerte. Hay veces que simplemente quisiera un espacio y dar a entender que soy humana igual que los demás y que es normal que me sienta triste, melancólica, sobre todo cuando se coloca en entredicho mi sinceridad y cariño hacia los demás.
Este verano me llenó de terror, pase al principio por muchos acontecimientos que pensé que me darían ese tonito azul otra vez y si, no voy a negar que un 15 de junio; lloré. Lloré de dolor, de angustia, de tristeza, de coraje. Lloré de pensar en cómo a veces me dejo llevar por los ánimos de los demás, de porque fulanit@ no me habla, o porque perensejit@ no me escribe, incluso cuestionando porque zutanit@ es tan ambigú@.
Cada persona lleva su vida como quiere, para eso es su vida. Lo importante es que a pesar del sentimiento que tenia y que me hizo llorar; no me sentí azul. El tiempo que he pasado pensando en tantas cosas, ha hecho que me dé cuenta, que aun cuando el proceso de tristeza es natural y sentirse azul también, lo importante es que querer salir. Que si uno quiere sumirse un ratito en ese trance, por el hecho de querer llorar a lágrima viva, tiene el derecho de hacerlo. Que a veces tocar fondo, te hace salir a la superficie más fuerte, pero si te quedas mucho tiempo, también puedes salir más duro.
Este año no fue fácil, perdí gente que apreciaba, por lo que no puedo asegurar que el próximo sea mejor.
Tampoco puedo dar por sentado que no me voy a poner azul en algún momento, aunque preferiría ponerme verde.
Mientras las circunstancias siguen ocurriendo, yo seguiré en mi auto terapia de escribir. Bien dijo Mario Vargas Llosa: "Se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias."
Mis circunstancias no me van a ganar, y cada vez que caiga voy a salir, a levantarme, con todas las alternativas posibles.
No puedo poner en juego mi salud mental y mucho menos mis orgasmos.
Azul nos hemos sentido todos en algún momento de nuestras vidas. En diciembre de 2012, también empecé a ponerme azul, mi hijo con sus problemas de espalda, a mi ex marido le diagnostican cáncer, y alguna cosilla extra más, pero decidí que tenía que quitarme ese azul de encima por ellos, por mi marido y mi hija. Así que Marta, utiliza solo el azul para ropa bien bonita. Un besazo.
ResponderEliminarCuánta razón....... Carmen
EliminarAunque a veces resulte muy difícil ¡hay que sobreponerse y avanzar! Como bien dices, a muchas personas el estar ociosas puede sumirlas en estados de depresión, por lo que cuando se tiene tiempo libre hay que aprender a disfrutarlo, buscando actividades que nos gusten y nos ayuden a sentirnos mejor con nosotros mismos. Nosotros aún estamos en esa etapa de futuros padres primerizos, recién embarazados y desbordados por las novedades, por el trabajo y por todo, pero a veces pienso en cuando se produzca el momento del parto y me quede tranquila y relajada, si no se me vendrá el mundo encima. ¡Pues no, porque tendré un bebé del que ocuparme y que me mantendrá entretenida el día completo!
ResponderEliminar